Capitulo 0
La Empresa
Como sea que he recibido algunos comentarios a raíz del capítulo primero, que publiqué en este Blog la semana pasada, de mi próximo libro que les presento en exclusiva rigurosa: 50 PASOS HACIA LA EXCELENCIA, creo que será muy bueno para los futuros empresarios que incluya un Capítulo 0 para mejor comprensión del contenido de éste
Posiblemente podríamos obviar este Capítulo 0 y nos ahorraríamos críticas pero vamos a empezar, desde el primer momento, a molestar y a dejar sentadas bases para que nadie se llame a engaño con lo que, después, se va a encontrar.
Todos tenemos (deberíamos tener, por lo menos) muy claro qué es una empresa y aún más cuáles son sus objetivos. Por qué constituir una empresa y meternos en aspirantes a empresario, la profesión más denostada por la mayoría de la gente en época de crisis y cuando no la hay, pues también.
Yo, que colaboré unos pocos años con el proyecto Escola i Empresa (Escuela y Empresa), organizado por la Fundación de Empresarios de Catalunya, y orientado a introducir el concepto empresa/empresario en las aulas de las escuelas catalanas, descubrí el primer día que los más jóvenes no identifican, a primera vista, las marcas con las empresas. Se han acostumbrado tanto a beber una determinada bebida refrescante con cola; a ir a comprar en determinadas tiendas vestidos, camisetas y sudaderas de otras marcas también muy conocidas; a comer pastelitos y otras exquisiteces de mala costumbre alimentaria, que identifican por el nombre de la marca que las produce etcétera, que no saben distinguir entre una marca y una empresa. Las observan ahí como si hubieran estado toda la vida, pero no saben identificar a una empresa, con todo su proceso productivo y de distribución detrás de la marca ni la transcendencia que ello conlleva en la sociedad.
Con los años, estos jóvenes, irán reconvirtiéndose en sus ideas y se volverán reivindicativos contra esas mismas empresas por cualquier tipo de motivo o en defensa de cualquier causa legítima, incluso puede que se conviertan en vegetarianos, veganos o algo peor, sin medir consecuencias. También se quejarán de que esas empresas ¡tienen ganancias! ¡ganan dinero! como si eso fuera lo peor de este mundo.
Cuando hablas con los alumnos de posgrado o con los de maestrías, también con los mandos intermedios de empresas clientes, durante los ‘in company’ que acometemos, vienen a decirnos lo mismo, que las empresas sólo están ahí para obtener beneficios. Y cuando tratas de matizarlo, acaban sintiéndose perjudicados y reivindican que parte de ese lucro debería ir a parar a sus manos, por cuanto son ellos que los obtienen. En el fondo, no están tan en contra del lucro que se vayan a llevar los empresarios sino que quieren que eso se reparta y se les pague más a ellos, sin entrar en mayores discusiones economicistas empresariales que les importa un comino.
No les voy a negar un mínimo (poquito, eso sí) de razón. Hay empresarios a los que deberíamos darles de comer aparte y lo mismo a muchísimas grandes empresas que no sólo no pagan razonablemente sino que además ‘invierten’ buenas cifras en pagar a los mejores profesionales del sector fiscal con la única idea de evadir todo lo que legalmente, o al filo de la Ley estirando los límites al máximo, sea posible. También es cierto que nuestra sociedad tiende a meter en el mismo saco a emprendedores, empresarios, profesionales liberales, especuladores, accionistas, comerciantes y a casi todo el mundo que tiene algo más de dinero que la media general; que la ignorancia y la envidia han hecho más daño en este mundo que todas las crisis juntas, pero eso ya son otras historias.
Aclaremos ya, de una vez por todas, que lo que mueve a la humanidad es la actividad empresarial y esta existe única y exclusivamente gracias al beneficio, sin él no hay inversión ni actividad, ni empleo. Todos los demás experimentos (comunistas y anarquistas, sobre todo) han fracasado en su totalidad (afirmación que me va a costar horas de debate infructuoso con mi corrector de estilo y de contenido, qué le vamos a hacer).
No obstante podemos entrar en el terreno de los matices y para ello voy a recurrir a una interesantísima exposición de Nano Guerra-García, a través de un artículo publicado en 2009, según la cual:
PRIMERO. No se puede reducir la actividad empresarial a hacer dinero porque eso además es hasta despreciar la actividad
SEGUNDO. Tampoco se puede decir que las empresas estén ahí para crear empleo. Es obvio que muchas empresas innovadoras crean productos que permiten y permitirán aún más reducir empleos
TERCERO. No se dedican sólo a vender porque la acción de vender, per se, no te convierte en empresarios ni al otro en cliente
Nano Guerra-García defiende la idea, planteada en su día por Peter Drucker, de que las empresas están ahí para crear clientes y, en consecuencia, si el cliente es feliz, es que las empresas han ayudado a mejorar la sociedad.
Bien, no es que discrepe de la afirmación del maestro estadounidense cuando dice que “las empresas se dedican a crear clientes”, es algo que resulta muy simple y obvio a la vez, la famosa teoría de la navaja de Ockam se impondría sin mucha discusión, pero eso no me deja de parecer una forma de renunciar a un principio económico comúnmente aceptado por todos, sólo para presentar las cosas en papel de celofán con lazo de seda y calmar a las fieras.
Lo que sí creo, y a lo que me sumo a Nano y dejo que lo explique con sus cuidadas palabras, es cuando dice literalmente y no creo que eso sea una derivada de lo que expone Drucker:
“Las empresas le mejoran la vida a la gente (…) y decirle (a la gente) yo no me dedico al lucro, número uno; número dos, las empresas son un bien para la sociedad y número tres, mientras más empresas tengamos nuestra sociedad será mejor. Hay que diferenciar el capitalismo, el liberalismo a ultranza, de las fuerzas emprendedoras”
Ahí acierta de pleno, por cuanto es verdad que el empresario, por lo menos en las Pymes, no se dedica al lucro (cuántas no serán las veces que los empresarios pierden la camisa y hasta la vida por defender proyectos en los que creen sin pensar, para nada, en el dinero que invierten, y ya no digamos olvidarse de que lo puedan llegar a recuperar algún día) pero no es menos cierto que cuando el lucro llega, a un porcentaje muy pequeño de los empresarios, es tan digno como justo y legítimo.
Así, amigo que comienza su singladura empresarial o que ya lleva algunos años metido en ella y escucha todo lo que dicen de esta maravillosa profesión de ser empresario; quítese pesos de encima; aléjese de los agoreros y envidiosos que no dudarán en revolotear a su alrededor cuando la suerte llame a su puerta en forma de beneficios; llénese de orgullo profesional por cuanto haya hecho y sueñe con cuánto va a poder llegar a hacer y no olvide en sus sueños meter mucho dinero, mucho lucro y mucho beneficio, lo que sin duda querrá decir, que habrá hecho las cosas como le aconsejaremos a continuación:
Pensando en sus clientes
Pensando en sus compañeros y en sus familias
Pensando en sus proveedores
Pensando en los demás accionistas
Pensando en su comunidad y en la sociedad
Pensando en usted y en su familia
Y no necesariamente por este mismo orden, pero sí en todos y en cada uno de sus públicos, que son los que acabo de apuntarle y que tienen que aparecer en ese su sueño. ¡Y que se haga realidad!