50 Pasos Hacia la Excelencia por Antonio Pascual (Capítulo 10)


Capítulo 10

El Compromiso

Muchos pensarán de qué manera no se pueden comprometer con el proyecto y/o con la obtención de sus resultados aquellos que se encuentran involucrados con su proceso de nacimiento o de desarrollo. Parece ilógico, pero sucede. Y lo hace de una manera que ni los propios promotores son capaces de entrever.

Pero antes de explicárselo, para su mejor entendimiento, permítanme un ejemplo más que conocido de Richard Pratt[1], el de los huevos fritos con bacón ¿lo conocen? Según él, en ese desayuno tan habitual, la gallina ponedora estaba implicada pero el pobre cerdo estaba comprometido hasta las trancas y nunca mejor dicho.

En los huevos con bacon la gallina está implicada pero el cerdo encarna el compromiso

Centrándonos, en primer lugar, exclusivamente en los promotores de un nuevo proyecto o en los propietarios del negocio, si éste ya funciona, comprometerse implica adquirir una obligación para con el proyecto que lideran. La verdad es que los seres humanos somos bastante reacios, de partida, a aceptar compromisos y obligaciones. Permanecemos en vigilia en tanto nos hallamos estimulados por la novedad, por el interés, incluso, por la necesidad, pero lo cierto es que ser emprendedor y convertirnos en empresarios es una profesión de mucha dureza, de mucho sacrificio y de mucha dedicación. Las personas normales no son especialmente proclives a tanto esfuerzo, riesgo, lucha y menos en un país como el nuestro en el que ser emprendedor no es sinónimo de inteligente y ser empresario lo es, prácticamente, de delincuente en potencia.

Cuando tú llegas a casa, a la hora de cenar, y te sientas frente a tus padres y les dices: “creo que me voy a meter en un negocio” o algo parecido a “fulanito me ha ofrecido un negocio que podemos hacer juntos” puedes dar por sentado que, en un porcentaje muy importante de hogares, has metido la soga en casa del ahorcado[2]. El disgusto que les acabas de dar a tus padres es mayúsculo. Ellos esperaban de ti algo importante como que te conviertas en médico, ingeniero, abogado, arquitecto, investigador –soñaban que acabarías descubriendo una vacuna para el VIH o el remedio definitivo para el cáncer o, quién sabe, la vacuna definitiva para el Covid19-; tal vez que siguieras la tradición familiar y, en el caso menos óptimo, que entraras a trabajar en la Administración Pública, pero jamás que fueras empresario.

Riesgos, miedos, terrores, nacidos de las experiencias vividas por nuestros antepasados más próximos, desaconsejan una profesión tan vil como esta (ironía también). Para unos, acabas de convertirte en un explotador sin sentimientos y, para otros, en un especulador frío y calculador; para algunos pocos, preocupados realmente por ti, temen que te acabes convirtiendo en objetivo de mala gente que pueda hacerte daño (desgraciadamente se han vivido muchos casos con empresarios de manera reciente en nuestro país).

Bien, pues si has tomado esa decisión y formas parte de ese reducido número de personas dispuestas a tratar de ayudar a sacar a este país de la vulgaridad y de la ruina, quédate con esta frase de Paul Walker[3]: “Yo vivo con hazlo en grande o vete a casa. Eso es con todo. Es como comprometerse con algo e ir a por ello, o no hacerlo en absoluto. Así es como vivo, así es como me gusta”

Comprometerse es estar a 100 con lo que vas a emprender o con lo que gestionas sin ninguna excusa. No vale ya aquello de trabajo para vivir y no vivo para trabajar, se acabaron las medias tintas. Comprometido (100%) vs. Implicado (80, 60, 40… 20%). Tú eliges.

Comprometerse con algo e ir a por ello, o no hacerlo en absoluto. Así es como vivo, así es como me gusta

Todos aquellos que, siendo responsables de negocios, de empresas, de proyectos, los propios Alcaldes de poblaciones pequeñas, medianas o grandes, se permiten pasar demasiado tiempo en sus despachos –auténticas peceras en las que ellos son el pez estrella multicolor-, o los que teniendo entre manos un proyecto no están saltando de feria en feria, de exposición en exposición, de ciudad en ciudad, que no bajan al taller para ensuciarse las manos de grasa, no se interesan por la problemática real en el mismo puesto de trabajo donde se crea el conflicto, que no van a ‘pisar el terreno’ para escuchar las voces de sus conciudadanos para aprender, para absorber, para empaparse hasta el último detalle que pueda sorprenderles y, en consecuencia, aplicarlo a su nuevo emprendimiento, no están comprometidos, no vibran, no disfrutan y, por ende, no subsistirán en el Mercado Todopoderoso

¡¡¡Son gallinas!!!

Y es que Walker cuando les decía ‘vete a casa’ era, realmente educado y políticamente correcto, yo hubiera utilizado una metáfora bastante más clarificadora.

NdeR.: Soy plenamente consciente de que acabo de perder, como mínimo, el 50% de los lectores que venían padeciendo la lectura de este compendio para alcanzar la Excelencia y que ya me consideran un auténtico cretino. Si tenían dudas, ya las habrán despejado.

[1] Magnate australiano del cartón (1934-2009)

[2] Proverbio que recomienda no introducir en la conversación palabras que recuerden algo violento o molesto para alguno de los presentes

[3] Joven actor cinematográfico, recientemente fallecido en accidente de tráfico, protagonista de la saga de acción “Fast&Furious”