Compromiso (primera parte)


De qué va esto del compromiso?

No nos gusta eso del compromiso, suena a obligación. Implica esfuerzo seguro. Probablemente conlleve, así mismo, responsabilidad ¿Quién querría, en su sano juicio, comprometerse en algo o con alguien?

No nos comprometemos con nuestras familias, a las que preferimos abandonar cuando enferman antes que comprometernos en colaborar con su atención; tampoco lo hacemos en el trabajo, con la excusa de que no es nuestro negocio y de para qué ayudar en engordar los bolsillos de los empresarios; no existe compromiso para con los clientes, a quienes acabamos considerando un mal necesario, tanto dentro como fuera de la administración pública; tratamos de evadir nuestros impuestos e, incluso, procuramos cobrar en negro para no devengar al Estado unos ingresos que sirven para pagar nuestras pensiones, mejores escuelas, una sanidad publica amplia y democrática, infraestructuras públicas, etc…, para todo tenemos buenas excusas y mejores explicaciones.

Nuestro compromiso es con la exigencia egoísta, farisaica e hipócrita, que nos lleva a envidiar y tratar de alcanzar por todos los medios lo que tienen los demás y vivir mejor.

No hace mucho, apenas unas semanas, en la Catalunya moderna y avanzada surgió el caso de una mujer anciana, impedida, que fue encontrada en medio de la vía pública, de noche y en lugar poco transitado, con un cartelito que contenía el número de teléfono de ocho hermanos. Al parecer, a uno de ellos (el noveno) le había finalizado el turno de compromiso con el ‘paquete mamá’ y los demás no querían saber nada.

La policía local realizó averiguaciones, llamando a cada uno de los hermanos, y resolvió imponer la custodia a uno de ellos de inmediato. La pobre anciana, sólo hacía que repetir que:

Y eso, con nueve hijos

Este es el compromiso de la vieja Europa, al que nos ha llevado la dichosa Sociedad del Bienestar. Visto lo visto, cada vez tengo más claro que, en otras latitudes, el significado de la palabra compromiso se asemeja bastante más a lo que me enseñaron mis padres que aquí y ahora. Y cada vez tengo menos motivos para querer continuar comprometiéndome con quienes continuamente obvian los suyos. Y eso es una sociedad, un lugar en el que conviven gentes comprometidas con el resto. Lo demás… no sé lo que es.

Lástima que para la prensa esto sólo es noticia de las últimas 24 horas, luego nadie le da seguimiento. Seguimos prefiriendo ver y escuchar la ¿desgarradora? historia televisiva y desvergonzada de Rociito Carrasco, y no lo digo sólo por ella, sino por todo el circo mediático que montan a su alrededor los propios medios de difusión que luego ignoran a la viejita de la calle con nueve hijos sin conciencia.

Si eso pasa en las familias y en la sociedad, ¿se imaginan lo que sucede en las empresas?

4 comentarios en “Compromiso (primera parte)

  1. Leyendo tu comentario, debemos reconocer que esa es nuestra realidad y será la de nuestros hijos y posiblemente nietos. Aquella contra la que tenemos que luchar día a día. Aunque nos tilden de soñadores, de utopistas. Primero está el ser humano por lo que es y no por lo que tiene. No puede ser más importante la búsqueda del bienestar egoísta a toda costa y pisando a los demás. Cuando la sociedad justifica los fines por sobre los medios, entrará en un proceso de autodestrucción. Por ello, si queremos que ésta deje ser realidad para nuestros hijos, ahora sí debemos comprometernos, primero nosotros mismos, luego se regará al próximo. Es eso, o debemos asumir que no hay nada que hacer, que eso es lo «normal», es la ley de vida, o cualquier otra justificación, para ser parte y cómplice del sistema. En ese caso, solo espero que podamos conciliar el sueño y que nunca nos lamentemos…

  2. Estimado,
    Habiendo leído su artículo con sumo interés, me pregunto: ¿Se trata de falta de compromiso o, en realidad, de una priorización hedonista y centrada en el hoy y ahora, con foco fundamental en lo económico.
    ¡Si tanto así es que en países como Italia se les paga a la familia para que cuiden a sus mayores!
    Cuando una civilización pierde el respeto por su pasado y no trabaja para un futuro común, su fin está cerca. Si no, a las pruebas históricas nos podemos remitir con mucha facilidad (Roma, Grecia, Egipto, etc.).

    ¿O pensamos que los seres humanos, actuales porque hemos avanzado en algo en tecnología y conocimientos científicos estamos libres de la decadencia como Sociedad?

    En lo esencial no hemos mejorado y, cada tanto, caemos en lo mismo. Aún así, estoy convencido que se puede lograr un futuro mejor para nosotros y para nuestros hijos si concentramos nuestros esfuerzos en la mejora de la comunidad de la que formamos parte.

    Saludos,

    1. Nada me gustaría más que saber responderte a tan profunda pregunta, pero sin subjetividades. Y no puedo hacerlo. Donde comienza una y finaliza la otra o, acaso, una sea consecuencia de la otra.

      Tu frase final evoca un sentir mayoritario en el que querría creer…ojalá fuera posible.

      Un fuerte abrazo y muchas gracias por tu aportación.

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