50 Pasos Hacia la Excelencia, por Antonio Pascual (Capítulo 1)


 

Capitulo 1

Perfil del emprendedor excelente

Muchas son las personas que se atreven, insensatamente, a convertirse en emprendedoras al sonido de los cantos de sirenas que lanzan nuestros políticos. Sandeces parecidas a que: ‘si cada nuevo emprendedor fuera capaz de contratar a un trabajador el paro se resolvería’ [1], las he escuchado y leído, en catalán y en castellano, a representantes políticos de las formaciones gobernantes, como si la responsabilidad de levantar el país tuviera que recaer en los emprendedores, muchos de ellos hijos de la crisis que provocaron políticos sin ninguna preparación, codiciosos y deshonestos; los banqueros usureros y especuladores y las grandes compañías del IBEX que gestionan sus recursos al límite de la ley, defraudando impuestos.

Ha llegado un momento en que no tienen ningún sentido las distintas políticas gubernamentales, autonómicas y municipales que tratan de incentivar y motivar a las personas sin ocupación, empujándolas a convertirse en empresarios destinados al fracaso, a la humillación y a una mayor pérdida a la que ya están sometidos. Por eso, éste pequeño manual no puede por menos que tratar de centrarse en aquella selección de personas que realmente pueden aspirar a convertirse en auténticos emprendedores, señalándolos de manera inequívoca. No todos valemos ni servimos para ser emprendedores ni empresarios. Vamos a analizar que virtudes deberían destacar en un buen emprendedor o empresario:

Emocional

Lo primero que un emprendedor debe de atesorar, como persona, es un sentimiento emocional de ser emprendedor. No es que se nazca con ello -o tal vez sí, conforme a los nuevos descubrimientos referentes al ADN- pero, desde luego, se desarrolla con el paso de los años. Además, el emprendedor no tiene porque sentirse empresario necesariamente, como tampoco el empresario tiene que haber pasado por la fase de ser emprendedor; no son siempre consecutivas una a la otra. Hay gente que hereda y gestiona con gran eficacia una empresa y son verdaderos empresarios, y emprendedores que, puestos a jugar a empresarios, son auténticos desastres. Por ello, la emotividad juega un papel destacado.

Seas emprendedor o seas empresario, debes sentir esa vibración interior, esa fuerza que notas dentro de ti y te lleva al límite de lo que hagas. Has de estar profundamente enamorado de lo que haces. Si lo que andas buscando es una ocupación o una salida profesional ante una situación precaria del empleo, búscate otra, reparte currículos, preséntate a alguna oposición en algún ministerio, organismo público o entidad financiera pero, por favor, no malgastes tus esfuerzos ni los de la administración pública ni los de los demás, competencia incluida, y aún menos los recursos económicos (pocos o muchos) que te queden en la cuenta corriente, de tu familia o de tus amigos; de embarcarte en empréstitos ya ni digamos.

Esto del emprendimiento, o de ser empresario, no va de «voy a una fiesta de hijos únicos con dinero para encontrar el ‘amor de mi vida’ y acabar saliendo del brazo con el/la único/a que no tenía dinero y encima no hubo amor, sólo era sexo».

El emprendedor o el empresario habrán de convivir muchas noches y pasar muchos días con su empresa, que algunos comparan con un hijo pero que yo prefiero compararla con un/a amante por la gran cantidad de horas y días que te va a distraer de estar con tu familia física, así que más vale que sientas mucho amor por este proyecto, por si acaso.

Innovador

Éste término ha pasado de ser un vocablo perdido dentro del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, a convertirse en uno de los más utilizados y menos conocidos, en los últimos años, en el ámbito empresarial. Es algo parecido a lo que sucede con el amor, todo el mundo habla de él pero nadie sabe explicarlo.

Hay muchas definiciones sobre éste término pero, remontándonos a sus orígenes etimológicos, lo más sorprendente es que era más claro y más amplio en su origen que hoy en día. Encontramos sus raíces en el latín innovo-are (hacer de nuevo y renovar). Como sea que el prefijo (In-) implica hacer desde dentro, podríamos deducir que lo que se pretendía explicar era algo parecido a renovar desde dentro o hacer algo nuevo desde dentro.

Hoy día, nuestro diccionario castellano lo define como: “Mudar las cosas introduciendo novedades” y, yendo más allá de la propia  definición lingüística, se han dado muchas definiciones que no replicaré aquí para no aburrir a los lectores, pero hay una sobre la innovación, en especial, que siempre me ha gustado y hago mía, de un reconocido emprendedor catalán, Eudald Domènech: “La innovación es producto del trabajo y de la curiosidad, de querer ser competitivo, de la capacidad de emprender los proyectos que uno se plantea”. Y, creo que esa es la verdadera esencia del innovador, una persona que persigue la mejora y el cambio continuo dentro de su sueño empresarial o personal para mejorar, para ser competitivo, pensando siempre que, aunque ya seas el primero, debes actuar como si sólo fueras el segundo o el tercero en el ranking.

Innovar, se ha convertido ya en una forma de sentir y vivir los negocios, de hacer las cosas, de andar los caminos.

Alegre

Incluir la alegría como una de las virtudes destacables en un buen emprendedor|empresario no sólo me va a costar perder, hasta cierto punto, credibilidad científica, si es que el lector la esperaba de éste libro, sino que, además, voy a tener que soportar las críticas de mi amigo y corrector, pero me niego a dejarla aparte y no traer a colación uno de los factores más importantes, según mi humilde criterio.

¿Por qué la Alegría? Pues, simplemente, porque no hay ninguna cosa que no pueda decirse/hacerse con una sonrisa. La alegría genera beneficios directos inapreciables en el día a día, pero fácilmente identificables en las cuentas de resultados a final del ejercicio.

Y acaso, por ventura, no destilan alegría los agricultores cuando ven crecer sus campos cosechados ¿se les ve tristes? Cualquier cosa que hagamos podemos hacerla de dos formas: una, de mala manera, con malas caras, con enfados, con desinterés, permanentemente preocupados, tristes, apocados; y la otra, con alegría, con ilusión, con ganas, con fuerzas, con esperanzas, llenos de positividad. Todo lo que hacemos y emprendemos se halla sujeto a inconvenientes, problemas, obstáculos… cierto. Ningún proyecto, nuevo o viejo, se sustrae a esa ley inexorable de la vida: los problemas aparecen siempre y cuando menos te lo esperas. Puestos así, ¿qué tal si comenzamos con alegría en lugar de hacerlo con preocupaciones? Pre-ocuparse no resulta muy inteligente. Tratar de hacer las cosas bien previendo situaciones y escenarios alternativos, sí lo es. Y, cuando fallen las cosas, ya nos ocuparemos… sin el prefijo.

Creativo

En ocasiones, tenemos la tendencia a mezclar y confundir ser innovadores con ser creativos. De hecho, esto no es de extrañar porque ni tan siquiera los mejores científicos que investigan el funcionamiento del cerebro humano y animal, son capaces de descifrar cómo se produce el fenómeno de la creatividad a nivel fisiológico. Se sabe que los animales disponen de ésta cualidad, igual que los humanos pero por procedimientos diferentes y fines adaptados a su entorno y necesidad. Al final, los expertos, llegan a la conclusión de que la única manera de observar la creatividad en un ser humano es a través de los resultados que éste obtiene así como por su propio comportamiento que le diferencia de los menos creativos.

Sea como fuere, el proceso creativo tiene mucho que ver con la inteligencia de las personas. Y digo inteligencia, no conocimientos ni titulaciones. Existe mucha gente carente de preparación específica (aptitudes adquiridas a través del conocimiento) con unos coeficientes altísimos de inteligencia y, por el contrario, otros que han obtenido su titulación por ser incapaces de desarrollar nada por su propia cuenta y riesgo y que, en cambio, han perfeccionado otras cualidades de su cerebro como los procesos nemotécnicos, deductivos, etc.

¿Se nace creativo? Pues supongo que como todo en nuestra vida. Nacemos con características que no se pueden evaluar en el momento del nacimiento –algunas, hoy en día, no se sabe como detectarlas todavía- pero que son desarrollables con entrenamiento adecuado, salvo en aquellos casos en los que, por defecto de fábrica[2], se nace sin ellas o sin la posibilidad de que sean generadas. Puestos en eso, son pocas las personas que realmente no puedan desarrollar su potencial creativo, ahí están los disléxicos para atestiguarlo.

¿Qué hace falta entonces para gestarla? Al igual que con la inspiración, como dijo Pablo Picasso, ‘Tiene que encontrarte trabajando’. Si queremos ser creativos, no hay otra que centrarnos en el proyecto y pensar en él a todas horas y en todo momento, porque nunca sabremos cuándo se nos va a presentar esa inspiración que nos permita encontrar el valor diferencial que estábamos buscando.

Esforzado

El esfuerzo es explicado como la voluntad para conseguir una cosa. Obtener las fuerzas necesarias, desde dentro (prefijo del latín -ex), para obtener un resultado.

Ningún empresario/emprendedor, que se precie, alcanzará jamás sus objetivos si no parte del principio inequívoco de tener que realizar un esfuerzo inhabitual, superior al que se precisa para cualquier otra acción cotidiana. No es una cuestión sólo de ser trabajador, que también, pero trabajadores hay muchos; personas que se esfuercen más allá de los límites socialmente establecidos, no son tantos y no es un desmérito para ellos como aportadores de valor. Ellos trabajan, aportan, cumplen, se ajustan a los requerimientos establecidos; el emprendedor|empresario que se precie de serlo y que, realmente, quiera intentar triunfar, lograrlo, conseguirlo –tal vez sí, tal vez no- debe, ante todo, esforzarse. Es decir, ir más allá de lo previsto, de lo establecido, de lo normal; por eso, muchos son excelentes profesionales, porque supieron ir más allá de lo que se esperaba de ellos, de lo que esperaba nuestra sociedad.

Imaginativo

Dudaba entre incluir esta cualidad o priorizar otras. De hecho cinco cualidades (las anteriores) me parecían suficientes y ya, per se, difíciles de concitarlas en una sola persona todas juntas y a la vez pero, finalmente, me he decidido por incluir ésta que se me hace imprescindible en alguien que inicia un proyecto (emprendedores) y en otras muchas ocasiones salva empresas (empresarios): La Imaginación

Entendemos por un ser imaginativo, no ya aquel que pueda llegar a recrear una imagen a futuro de su proyecto o negocio, sino algo más complejo y dinámico. El sufijo –tivo  tiene un valor etimológico que indica una acción continuada de imaginar, es decir, hablamos de una persona recursiva que está continuamente buscando soluciones a problemas concretos de forma que acabe obteniendo el mayor rendimiento de los recursos concurrentes con los que cuenta.  Y este tipo de personas son las que necesita cualquier organización y, o tu mismo encarnas ese papel porque forma parte de tus habilidades cualitativas, o habrás de contratar a alguien que te las aporte si quieres acabar triunfando.

[1] Mariano Rajoy, líder del PP, cuando era todavía candidato a Presidente del Gobierno español

[2] N. del A.: Eufemismo

[Este será el texto completo del primer capítulo de mi próximo libro en el que vengo trabajando hace cuatro años: «50 pasos hacia la excelencia«. La demora no se ha debido a la dificultad de conformarlo sino a la dedicación al emprendimiento en otros proyectos, unos ya rodando y otros a punto de salir al mercado]

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