¿QUÉ PARTE DEL GÉNESIS NO ENTENDIMOS? (Versión 2025)
Antonio Pascual Picarín
🧓CEO apasionado que transforma líderes a través del coaching y el análisis. Consultor estratégico guiando el crecimiento con experiencia. 🌟
12 de abril de 2025
¿QUÉ PARTE DEL GÉNESIS NO ENTENDIMOS? (Versión actualizada 2025)
Aunque muchos sigan dudándolo, convendría recordar a todos esos beatos meapilas, inconsecuentes con los propios preceptos de la civilización cristiana que tanto invocan, que en Génesis 1:27-28 se recoge la Palabra de Dios con claridad meridiana:
27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla…
Varón y hembra, así, en igualdad de condiciones. IGUALES. Sin jerarquías, sin supremacías. Sin “cafés de oficina” llenos de chascarrillos machistas, sin esa absurda aversión a las mujeres con pantalones o con poder. Pero no. Ellos, los herederos del poder alcanzado por el género, prefieren la risa fácil y la exclusión sutil, que sigue viva en demasiados ámbitos profesionales.
Y eso que ya han pasado más de 15 años desde la crisis financiera de 2008, y una pandemia global (2020) nos ha forzado a redefinir todo… o eso creíamos.
¿Y qué ha pasado desde entonces?
En 2018, el informe del IESE, coordinado por Nuria Chinchilla junto a Esther Jiménez y Marc Grau, analizaba la situación de la mujer en 34 países de la OCDE. España se posicionaba en el 8º lugar global, pero con contrastes significativos entre las áreas evaluadas:
Liderazgo Personal
2018 España brillaba con un 2º puesto, solo por detrás de Portugal. Las mujeres superaban a los hombres en nivel educativo, tanto en secundaria como en estudios universitarios.
2024* La ventaja educativa de las mujeres se mantiene e incluso se amplía. Según Eurostat, el 47% de las mujeres de entre 25 y 34 años tienen estudios superiores, frente al 35% de los hombres. Avance mantenido
Liderazgo Empresarial
2018 Retroceso alarmante. De la 4ª posición en 2006 se pasó a la 25ª.
2024* Ligeros avances. El informe de Deloitte refleja que las mujeres ocupan el 27,3% de los puestos en Consejos de Administración en España. Aunque mejor que en 2018 (20%), aún muy lejos de países como Noruega (41%) o Francia (44%). Lento progreso, pero insuficiente
Liderazgo Social
2018 Otro gran retroceso. De la 3ª posición en 2006 a la 29ª en 2018.
2024* No hay datos específicos comparables al informe IESE, pero los indicadores sobre participación en organizaciones cívicas, sindicales y comunitarias siguen mostrando una baja visibilidad femenina. Estancamiento preocupante
Liderazgo Político
2018 España había pasado del 12º al 7º puesto, con un gabinete mayoritariamente femenino gracias a la apuesta del Gobierno Sánchez.
2024* La participación de mujeres en política institucional ha mejorado, manteniéndose por encima del 40% en el Parlamento y en el Ejecutivo. Progreso sostenido
[*2024, últimos datos obtenidos]
Y sin embargo…
A pesar de estos indicadores, las desigualdades estructurales no han desaparecido. En 2024:
Brecha salarial: 8,9% (Eurostat).
Paro femenino: 13,3% frente a 10,2% masculino (INE).
Tasa de ocupación: mujeres 61%, hombres 71% (INE).
Mujeres managers: 3% frente al 5,4% de hombres (datos aún vigentes del propio IESE en muchas categorías).
Carga doméstica: El 69% del cuidado de hijos y dependientes sigue recayendo en mujeres (INE 2023).
Entonces, ¿qué hacemos con las propuestas que se siguen repitiendo año tras año? Sin ir más lejos con las propias soluciones que exponía la profesora Chinchilla de las que algunas ya me resultaban ‘extrañas’ entonces, como por ejemplo el asunto de las auto-cuotas. Entre otras cosas, porque al empresario privado nadie le puede marcar estrategias empresariales y, mucho menos, imponerle ‘auto-cuotas’. Eso no ayuda a las mujeres, bajo mi punto de vista.
La igualdad de género vendrá de la mano del conocimiento, de la experiencia o del esfuerzo que cada uno sea capaz de aportar, sin entrar en cuestión de sexos, o no llegará nunca.”
(Antonio Pascual)
Y es ahí donde debemos centrar los esfuerzos reales. No se trata de imponer cifras, sino de cultivar capacidades. Lograr referentes femeninos no es una cuestión cosmética, sino educativa. Y no empieza en la Universidad, sino en la enseñanza primaria y no me estoy refiriendo a la de las mujeres (que también), sino a la de los propios hombres. Desde las aulas, desde el respeto, desde la visibilización del mérito. Ahí se construyen los liderazgos que duran.
Mientras tanto, muchas de las propuestas de solución siguen ignorando al autónomo, al pequeño empresario, al emprendedor que no tiene ni recursos ni respaldo para conciliar o sostener costes laborales desproporcionados. Si de verdad queremos igualdad, el Estado debe garantizar apoyo a ambos lados: a quien contrata y a quien aspira a ser contratada, sin convertirlo todo en una carga ni permitir que lo sea para nadie, estamos hablando de igualdad. Punto.
Dándole vueltas a las estadísticas anteriormente apuntadas, sigo creyendo que esto no va de ranking, esto es bastante más serio y profundo. Allá por el primer cuarto del siglo pasado, mi abuela, una mujer que siempre trató de apartarse de los cánones establecidos en muchos aspectos, sobre todo el cultural, el profesional y el del conocimiento, me explicaba que se había presentado a las oposiciones para Telégrafos de España. Alcanzó plaza y fue nombrada Jefe Centro en una población catalana. Pero su lamento era, y por lo que veo no ha cambiado esto mucho, que había obtenido en las oposiciones a funcionarios públicos el número dos de toda España, lo cual parecía que estaba muy bien pero, afirmaba con cierta resignación, que el número uno no podía ser una mujer y se la dieron a un compañero varón. Las cosas no han cambiado mucho y las mujeres siguen estando limitadas en muchos puestos y en muchas empresas.
De hecho, renovar este post, que ya subí en mi Blog www.antoniopascual.com en 2019, ha venido a cuento de que estoy disfrutando de los 30 capítulos de una serie televisiva altamente recomendable: Borgen, grabada hace once años, donde se habla de la carrera de Birgitte Nyborg (basada en una historia más o menos real), una mujer que hace historia al alcanzar el cargo de Primera Ministra en el gobierno danés. Se concitan en la trama diversas circunstancias que la hacen francamente adictiva, pero la que más me llama la atención es la de cómo una mujer tiene que afrontar su ascenso al poder de un país, en este caso Dinamarca, y de cómo le afecta en su vida personal, familiar, profesional y pública, y no sólo a la de ella, sino también a la de muchas de las mujeres que le rodean en el día a día de la serie. Merece la pena verla para tomar consciencia de en qué punto de la cuestión nos encontramos todavía.
Hoy, después del COVID-19, después de tantas mujeres sosteniendo hogares, empresas y sociedades enteras, no hay excusa posible.
El nuevo liderazgo no puede ser ni masculino ni femenino: debe ser simplemente valioso.
Formemos líderes de verdad. Premiar al que suma, al que hace, al que inspira, sea quien sea. Y que el Estado, cumpla su parte. Hasta entonces, seguiremos preguntándonos, generación tras generación, si no entendimos algo esencial de aquellos primeros versículos:
¿Hubiera sido igual la Historia si en el Génesis se hubiera invertido el orden: primero ella, luego él?