La tercera verdad incuestionable.


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Hasta ahora siempre había pensado que sólo existían dos verdades en el universo de la persona: que sabía que un día moriría y que tendría que tomar decisiones –muchas- hasta ese momento. Dan Gilbert me hizo comprender que existía una tercera, tal vez como consecuencia de la segunda: que cambiamos. Que no somos la personas que creemos saber que somos, que nuestra realidad es transitoria, fugaz y tan efímera como resulte nuestra próxima decisión o según sea el nuevo percance que nos ocurra.

Es importante entender eso, de una parte, por cuanto el ser humano teme, huye y rechaza el cambio sistemáticamente por cuanto tiene de desconocido. Si esto es así, se podría decir que vivimos en un estado permanente de paranoia que confronta nuestra realidad y nuestra esencia.

De otra parte, la mini conferencia que Dan Gilbert da para TED (http://www.ted.com/talks/dan_gilbert_you_are_always_changing), me hizo recordar otra de Eduard Punset en Puebla (México), en  la que invitaba a los asistentes a cerrar los ojos tres segundos y recordar en la cama en la que durmió hace dos años y a imaginarse su cama dentro de cinco años ¿Cómo se la imaginan? Seguro que la mayoría la acabarán imaginando igual o muy parecida.

Así que, de una parte tomamos el cambio como hecho consuetudinario de las personas y, de la otra, la falta de imaginación, de creatividad que, por otra parte, son los distintivos de las persona frente al resto de mamíferos. La disposición de una materia gris en el cerebro, que lo convierte en el mayor simulador del planeta creado por científico que se precie, puede acabar convirtiéndose en el mayor desperdicio de recursos de nuestra humanidad, de nuestra sociedad, de todos y cada uno de los que la componemos, en nuestra época ¿Quién fue el culpable?

Veamos ahora que dice Dan Gilbert al respecto…

En cada etapa de nuestras vidas tomamos decisiones que incidirán profundamente en las vidas de las personas en las que nos vamos a convertir y, luego, cuando nos volvemos esas personas no siempre nos entusiasma la decisión que tomamos. Así es como algunos jóvenes pagan buen dinero para borrar tatuajes que de adolescentes pagaron buen dinero por hacerse. Algunas personas de edad media se apresuran a divorciarse de las personas con las que en su juventud se apresuraron a casarse. Algunos adultos mayores trabajan arduamente para perder eso que años antes trabajaron arduamente para ganar. Así sigue y sigue.

 La pregunta que como psicólogo me fascina es: ¿Por qué tomamos decisiones que luego en el futuro a menudo lamentamos? Creo que una de las razones, trataré de convencerlos hoy de eso, es que tenemos una concepción errónea del poder del tiempo.

 Todos sabemos que la tasa de cambios disminuye a lo largo de la vida, que sus niños parecen cambiar cada minuto, pero sus padres parecen cambiar cada año ¿Cuál es el punto de inflexión mágico en la vida en el que los cambios de repente pasan de un galope a un gateo? ¿En la adolescencia? ¿En la madurez? ¿Es la adultez? La respuesta resulta ser, para la mayoría, el ahora, lo que sea que eso signifique.

Ahora quiero convencerlos de que a todos nos guía una ilusión, una ilusión de que la historia, nuestra historia personal, ha llegado a un final, que acabamos de convertirnos en las personas que estábamos destinados a ser y así seremos por el resto de nuestras vidas. Les daré unos datos que reforzarán esta afirmación. Este es un estudio de cambios en los valores personales a través del tiempo. Aquí hay 3 valores: Placer, Éxito y Honestidad. Todos tenemos todos ellos, pero probablemente sepan que conforme crecemos, o según la edad, el equilibrio de estos valores cambia.

Entonces ¿cómo ocurre? Bueno, le preguntamos a miles de personas. A la mitad le pedimos que predigan cuánto cambiarán sus valores en los próximos 10 años y a los otros que nos digan cuánto cambiaron sus valores en los últimos 10 años. Y esto nos permitió hacer un análisis muy interesante porque pudimos comparar las predicciones de personas, digamos, de 18 años, con las de personas de 28 años, y hacer ese tipo de análisis a lo largo de la vida. Y encontramos esto. Primero, tienen razón, el cambio disminuye conforme envejecemos, pero, en segundo lugar, se equivocan, porque no disminuye tanto como pensamos. En cada edad, de los 18 a los 68, según nuestros datos, las personas subestimaron enormemente el cambio que experimentarían en los próximos 10 años. Llamamos a esto, la ilusión del «fin de la historia».

Para que se hagan una idea de la magnitud de este efecto, podemos conectar estas dos líneas, y lo que vemos es que las personas de 18 años anticipan el cambio en igual medida que las personas de 50 años. Y no son solo los valores. Aplica a todo tipo de cosas. Por ejemplo, la personalidad. Muchos de ustedes saben que los psicólogos ahora sostienen que hay cinco dimensiones esenciales de la personalidad: equilibrio emocional, apertura mental, amabilidad, extraversión y grado de conciencia. De nuevo, les preguntamos cuánto esperaban cambiar en los próximos 10 años, y cuánto habían cambiado en los últimos 10 años y encontramos que, bueno, verán este diagrama una y otra vez, porque otra vez la tasa de cambio disminuye conforme envejecemos, pero en cada edad, las personas subestiman cuánto cambiarán sus personalidades en la próxima década. Y no se da solo en cosas efímeras como los valores y la personalidad.

Uno puede preguntar qué les gusta, qué les disgusta, sus preferencias básicas. Por ejemplo, el mejor amigo o amiga, las vacaciones favoritas, el pasatiempo favorito, el tipo de música favorito. Las personas pueden decir estas cosas. A la mitad le preguntamos: «¿Piensas que eso cambiará en los próximos 10 años?» Y a la otra mitad le preguntamos: «¿Cambió eso en los últimos 10 años?» Y encontramos, bueno, ya lo vieron dos veces y aquí va de nuevo: las personas predicen que la amistad que tienen hoy es la que tendrán en 10 años, las vacaciones que más disfrutan hoy serán las que disfrutarán en 10 años, pero las personas que tienen 10 años más dicen: «Sabes, eso realmente cambió» ¿Algo de esto importa? ¿Este fallo en la predicción es algo que no tiene consecuencias? No, importa bastante y les daré un ejemplo del porqué entorpece de manera importante nuestra toma de decisiones.

Traigan a la mente ahora su artista musical favorito de hoy y el de hace 10 años. Ahora le pedimos a las personas que predigan, que nos cuenten, cuánto dinero pagarían ahora para ver a su artista favorito actual en un concierto dentro de 10 años y, en promedio, dijeron que pagarían USD 129 por esa entrada. Y cuando les preguntamos cuánto pagarían para ver actuar hoy a quien fue su artista favorito hace 10 años, dijeron que solo pagarían USD 80. En un mundo perfectamente racional, este debería ser el mismo número, pero pagamos de más por la oportunidad de satisfacer nuestras preferencias actuales porque sobreestimamos su estabilidad ¿Por qué ocurre esto? No estamos totalmente seguros, pero probablemente tenga que ver con la facilidad de recordar versus la dificultad de imaginar. Muchos podemos recordar quiénes éramos hace 10 años, pero nos resulta difícil imaginar quiénes seremos y, entonces, pensamos erróneamente que como es difícil de imaginar, no es probable que suceda. Lo siento, cuando decimos «No puedo imaginarlo», por lo general hablamos de nuestra propia falta de imaginación y no de la falta de probabilidad de los eventos que describimos.

Como conclusión: el tiempo es una fuerza poderosa. Transforma nuestras preferencias. Retoca nuestros valores. Altera nuestras personalidades. Parece que apreciamos este hecho, pero solo en retrospectiva. Solo al mirar hacia atrás nos damos cuenta del gran cambio ocurrido en una década. Es como si, para muchos de nosotros, el presente fuese un tiempo mágico. Es una divisoria de aguas en la línea de tiempo. Es el momento en el cual finalmente nos tornamos nosotros mismos. Los seres humanos somos obras en curso y, por error, pensamos que estamos concluidos. La persona que uno es ahora es tan transitoria, fugaz y temporal como todas las personas que uno ha sido. Lo único constante en nuestra vida es el cambio.”

Aquellos que analizando la vida, la sociedad, la evolución, etc., tratamos de darle explicación científica a cuanto lo soporta pero que, por encima de todo, aceptamos una mano poderosa que mantiene la coherencia dentro del caos del Universo, y a la que muchos identificamos como Dios, sabemos que el ser humano no está concluido en tanto no alcance el tránsito definitivo, aquel que, probablemente, acabe dando sentido a nuestra propia existencia, fruto de un acontecer y no de una decisión personal, tras lo que se oculta algo que no somos, ni tan siquiera nosotros con nuestro super simulador, capaces de imaginar.

Cuando yo tenía, apenas, quince años recuerdo muy bien que me enseñaban a vivir el momento, a no pasar mis horas lamentándome del pasado ni a perder mucho el tiempo tratando de imaginar mi futuro. Durante muchos años lo he pensado y lo he aplicado. Después comencé a darme cuenta que esa disposición había invalidado completamente mis posibilidades de imaginar, de trasladarme y construir una meta que alcanzar en un futuro, que había dejado, así mismo, de preocuparme en tanto no fuera dibujándose  en el parabrisas de mi vida. Hoy soy consciente de que nosotros, con la ayuda de Dios, somos capaces de alcanzar cualquier propósito, meta u objetivo que nos propongamos pero, para ello, en primer lugar deberíamos abandonar y deshacernos de paradigmas que abultan en nuestro bagaje personal y no aportan consistencia a nuestra logística de viaje.

Uno de esos paradigmas es que ya no cambiaremos a la edad que tenemos, que ya no estamos a tiempo, que ya no podemos, que eso son cosas de jóvenes. Mi padre, ya enfermo de cáncer y con una sentencia a plazo fijo que él conocía, seguía formándose cada día, leyendo libros de management, de marketing, de gestión, que luego resumía y, oportunamente, me pasaba para evitarme lectura superflua. Él siempre nos comentaba: “Me queda poco tiempo pero no voy a dejar de formarme hasta el final, porque el cambio nunca sabemos cuándo llegará” A él sí le preocupaba el cambio, a mí también  ¿y a usted?.

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3 comentarios en “La tercera verdad incuestionable.

  1. El cambio por el simple cambio NO, si el cambio comporta mejoras SI, pero a veces con el cambio se dejan amigos por el camino, amigos que no esperan nada de ti simplemente una llamada de com estas, el Sr Dan Gilbert filosofa mucho y esto es fácil, la realidad es el día a día que te obliga a este cambio en contr de tu voluntad
    LO SIENTO ANTONIO NO ME CONVENCE ESTE ARTÍCULO,

    1. Estoy completamente de acuerdo contigo que el cambio por el cambio por el cambio no tendría más sentido que el que cada uno le quiera dar. Lo cierto es que Gilbert expone y presenta el cambio que se da de manera cotidiana. El ser humano es un ser en continua evolución en tanto aprende, experimenta, comprueba, extrae conclusiones y evoluciona. Lo que nos hace distintos del resto de pobladores de nuestro querido y maltrecho planeta Tierra es, precisamente, eso: la capacidad de extraer conclusiones más o menos lógicas y, en consecuencia, actuar. Para eso sirve la materia gris que acumula nuestro cerebro. De las cuatro funciones básicas -realmente tres- asignadas a nuestra parte mamífera (alimentarnos, reproducirnos y atacar/huir), la de tomar la decisión de atacar/huir es la más interesante por cuanto, además de la decisión que también adoptan el resto de animales de la especie que sean e, incluso, de la experiencia acumulada que nos permite a todos reaccionar con mayor presteza en la siguiente ocasión, el ser humano proyecta y establece nuevas medidas más ingeniosas para perpetuarse y ganar la batalla de la vida, de tal modo que utiliza su materia gris para proyectar situaciones futuras, una especie de simulador, que le permite hacer los cambios de hábitos que considere más oportunos para su futuro y seguridad, y eso con todo. Luego entonces, los cambios se dan y continuamente, como dice Gilbert, que más que filosofar constata una realidad demostrada de modo científico, desde deshacerte de un tatuaje hecho en tu juventud hasta cualquier otra cosa.

      En cuanto a las mejoras, todas las decisiones que adoptamos obviamente van encaminadas a mejorar, aunque no siempre los caminos elegidos ni son los más rápidos ni los más adecuados y eso nos lleva a cambios que, aparentemente, son sin sentido. Y también convengo contigo que todos los cambios comportan coste, sea de amistades perdidas o del tipo que sean, incluso coste de sufrimiento personal, que duda cabe. Ahora bien, no creo que se pueda jamás decir que un cambio es contra tu voluntad ya que, la decisión final de cualquier cosa, la acabas tomando tú solo, más allá de que las consecuencias sean obligadas -por la Ley, por ejemplo- o no sean deseadas tal y como se dan. Recuerda que los productos no se venden, siempre se compran. La decisión es del que compra, del que decide hacer lo que sea, no vaya a ser que caigamos en el error tan común de culpar a la sociedad de todos nuestros males. Cada uno decide qué es, qué quiere ser y cómo quiere serlo. No me valen lamentos, esto de aquí -bienvenidos al planeta Tierra- es una jungla para todos, aunque algunos lo tengan más fácil que otros, ahora bien, cada cual según sus circunstancias, en su medio y según sus posibilidades -por los menos en la parte más actualizada del planeta- tiene sus posibilidades de hacer y decidir. Por tanto, el cambio es una realidad a nuestro alcance. A las consecuencias, hay que atenerse.

  2. Genial el artículo y sin ánimo de ponerme a la altura de quienes le dieron forma, una conclusión. Es una tarea personal la gestión del tiempo y la oportunidad para que el cambio que experimentaremos sea por construcción propia y no solo una imposición de nuestro entorno. Gracias Pascual por compartir este artículo.

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