¿Conocen aquella máxima que se explica en los cursos de iniciación a la comunicación y que dice que…
La Naturaleza es Sabia. Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, con dos orejas y una boca, para que escuche el doble de lo que hable.
Cuando se habla con inteligencia, con frases sabias y palabras llenas de humildad y de prudencia, es más fácil que nuestros planteamientos y explicaciones echen raíces en los demás. La cosecha -los resultados- sólo llegarán de la mano de lo que seamos capaces de escuchar, el doble o más de lo que dispongamos para hablar.
Esto vale en cualquier situación comunicacional. Ya sea en entornos comerciales, empresariales, negociales, sociales o familiares, en todos ellos tiene cabida.
No olviden tampoco que ob-audire (latín) significa «saber escuchar» y se tradujo al castellano por ‘obedecer’. Esto nos llevaría a otra interesantísima situación. Obedecer no es una circunstancia forzada ni exigida, es un reclamo para que las personas escuchen y entiendan antes de hacer alguna cosa porque, y siempre se ha dicho y sabido, cuando entendemos aquello que se nos mandado, sabremos mejor cómo actuar, lo haremos convencidos y seremos capaces de defenderlo hasta sus últimas consecuencias.
Importancia de ESCUCHAR