Cómo deberían ser nuestros Líderes

Nuestro hipotéticos Líderes deberían ser personas que respondieran a los valores que la sociedad espera de ellos, de ahí la anterior imagen con una pequeña representación de los valores que incluye en su libro Hacia una Estrategia de Valores en las Organizaciones, mi amigo Carlos Díaz Llorca, pero en los que he resaltado tres que me resultan fundamentales: la Obediencia, la Disruptividad y la Caridad
Obediencia
Es un valor muy mal entendido y peor confundido. Su origen etimológico procede de ob audire, cuyo significado es el que escucha. Todos los sentidos más latinos y castellanos que se derivan de obedecer -RAE incluida- nos llevan a un sometimiento jerárquico técnico o moral, sin más. Su origen era bastante más inteligente, obedecer significaba escuchar y entender para actuar correctamente. Yo, personalmente, quisiera que los Líderes con los que trabajo y que todos nuestros colaboradores entendieran este principio original inequívoco y que, a partir de eso, actuaran en consecuencia, ni que sea contraviniendo órdenes, normas y sentencias. Lógicamente, acompañado de un razonamiento a la altura de la desobediencia, a la que yo prefiero denominarla: estirar los límites. Y los Líderes, precisamente ellos, tienen que saber cuando sí y cuando no pueden aplicarlo, porque para obedecer en el sentido más técnico aceptado por la Real Academia de la Lengua, no nos hacen falta los Líderes
Disruptivos
Capaces de romper con todo y de romperlo todo con tal de perseguir el objetivo principal y con el conocimiento suficiente para saber asumir sus responsabilidades y consecuencias. No será muy del agrado de muchos empresarios esto que estoy afirmando aquí, pero es necesario comprender que nuestra evolución empresarial nos está llevando por caminos difíciles y desconocidos. Para afrontar las nuevas situaciones debemos saber cuándo hemos de tirar el libro de normas y cuándo hemos de aferrarnos a él. Con personas seguidistas y poco preparadas para generar disrupción no vamos a llegar muy lejos, de agotaron los tiempos en los que tomar decisiones se acababa en lo que pediríamos del menú para comer.
Caritativos
Esto será más difícil de explicar. Volvamos al sabio libro de La Biblia que en Gálatas nos aconseja de forma inteligente: Ley de la Cosecha. Se recoge lo que se siembra
No os engañéis (…) todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
Gálatas 6:7
¿Qué tal si hablamos del Amor?

En Corintios 1 nos encontramos una frase que eligen muchos matrimonios para su efeméride nupcial, aunque luego tiendan a ningunearla de forma infame, olvidando aquellos votos iniciales tan prometedores como poco comprometidos a la vista de los hechos:
La Caridad es paciente, es amable; la Caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta
Yo sé que muchos no relacionan la Caridad con el Amor pero conviene que sepan que, antes de que mil y una traducciones desbarataran el verdadero sentido del término, lo que ahora se traduce como Caridad se correspondía al Amor agape de los griegos, lengua (griego koiné) en la que se escribió el Nuevo Testamento y al que, continuamente, se refería Jesús en todas sus prédicas.
Por eso, elegí el Amor agape como vehículo para explicar el tipo de Líderes que me gusta tener a mi lado en cualquier Organización.
Líderes pacientes, amables; que sepan gestionar los tiempos y el ritmo de las cosas, sin innecesarias precipitaciones ni salidas de tono innecesarias.
Líderes carentes de envidias; nada jactanciosos-as y menos aún engreídos-as, ambos términos relativos a la vanidad. La humildad no es un valor que cotice en bolsa en nuestros días, pero es más valioso que el propio oro.
Líderes decorosos-as, es decir, honestos-as y con pundonor.
Líderes que no busquen su interés propio y que piensen en sus compañeros y en la misma Organización.
Líderes que no se irriten, una persona irritada no puede tomar decisiones con la debida fluidez de pensamiento.
Líderes que no tomen en cuenta el mal. En toda organización y/o grupo social se dan circunstancias en las que somos juzgados, incluso agraviados, por los demás y no es bueno que a quien se le confía el liderazgo se vea afectado-a por estas cosas, no actuará con la debida prudencia.
Líderes que no se alegren de la injusticia, algo en lo que el ser humano cae con frecuencia ante lo que le sucede de negativo a quienes nos agraviaron; tampoco es bueno para una Organización en la que vamos a necesitar a todos y de todos.
Líderes que se alegren con la verdad, algo que sólo nos puede llegar a reportar beneficios y dispersar dudas y malos entendidos. Que la escuchen, que la premien aunque hable mal de ellos-as mismos-as.
Líderes que todo lo excusen; todo tiene un porqué, aunque a veces no sirva de justificación, pero lo tiene; otra cosa sea las decisiones que tengan que tomar en consecuencia con los hechos que acaezcan, excusar no es sinónimo de dejar de tomar decisiones.
Líderes que todo lo crean (que no crédulos), que crean en lo que están haciendo, en que pueden alcanzar sus metas, que crean en sus propias posibilidades.
Líderes que todo lo esperen: de sus colaboradores, del esfuerzo, de la organización y de la mano divina que siempre nos acompaña.
Y, lo más importante, Líderes que estén dispuestos-as a soportarlo todo, lo bueno (fácil) y lo menos bueno (más difícil) pero no necesariamente malo.
Y esta es mi brújula y carta de navegación a la hora de encontrar a los Líderes que quiero que me acompañen; los demás, por más títulos, doctorados y maestrías que ostenten, no me sirven para nada.
Cuando hacía mi servicio de armas para mi país, con veinte años apenas recién cumplidos, aprendí una gran lección: Si un cabo o un sargento (dos de los escalones más bajos de la jerarquía militar) se enfrentan con su pelotón a un combate y no pueden confiar en que sus compañeros deserten, se entreguen o le disparen por la espalda, mejor no vaya a un conflicto armado, tienen todas las de perder y acabarán entregando su vida sin ningún sentido. Empecemos a aplicarlo en las empresas y nos llevaremos menos disgustos.
Yo también sé que:
(…) en este contexto económico social, es bastante difícil hacer entender a nadie que su puesto laboral, su economía, incluso su propia familia, dependen en gran medida de comportarse con AMOR enfocado más al VOSOTROS que al YO.
Antonio Pascual
De hecho, lo escribí en las páginas de San Benito y el Management en 2010. Y también sé que estamos hablando de Líderes actuales, modernos, innovadores… del Siglo XXI, pero, saben una cosa, del Siglo V al XXI, esto no ha cambiado tanto. Para nada.
En la Regla Segunda redactada por San Benito, éste ya afirmaba una cosa muy sabia:
Sepa también, qué cosa tan ardua y difícil ha aceptado hacer: la de dirigir a personas y acomodarse a tantas maneras de ser
San Benito de Nursia
Algo que al parecer nuestros coetáneos han olvidado y, del cargo que van a ocupar, sólo les interesa la cifra de la nómina a final de mes. Ahora fíjense en la siguiente imagen, lo que piensan los colaboradores de sus Líderes en España:

Una encuesta revela que un 38% de los equipos acusan de mediocridad e incompetencia a sus directores
¿Sorprendidos? Tranquilos, son datos de hace once años
¡Ahora es mucho peor!
Se lo voy a resumir bien fácil para evitarles una larga lista de datos que les pueden convertir esta entrega de Ejecución Estratégica: Las personas como Factor Clave de Éxito en algo soporífero, experiencia que no me perdonaría que les llegara a suceder:


El 85% temen a sus Líderes ¿Cómo se puede tener miedo a tu Líder? ¿Con qué confianza prestarás tus servicios o harás tu trabajo?

El 23% desconfía de sus Líderes. Lo que nos faltaba, si ya no nos podemos fiar de nuestros líderes, apaga la luz y que el último cierre la puerta.

Pero acaso, por ventura ¿no es esta la peor? El 38% piensa que sus Líderes, más allá del Temor que les tengan y de que no Confíen en ellos, es que…
¡SON INCOMPETENTES!
Y no se vayan a creer los lectores que esta última imagen es casual o interesada. Tecleamos en Google el término Incompetente y fue la imagen que más veces nos salió repetida y ya saben que si lo dice Google… probablemente sea cierto.
Sólo por las dudas que puedan albergar por el tiempo que hace que se tomaron estas encuestas, en febrero del 2020 se presentó el libro “Por qué tu jefe es un inútil” de Tomás Chamorro-Premuzic en páginas de La Vanguardia de Barcelona, nuestro diario de referencia favorito

Líderes que empoderen en vez de quemar, que inspiren en vez de crear ansiedad. La prioridad es elevar el nivel de liderazgo: uno malo es muy costoso.
Tomás Chamorro-Premuzic
¿Siguen teniendo dudas?
Continuará con la última entrega de Ejecución Estratégica: Las personas como Factor Clave de Éxito con la interesante explicación de Cómo han de ser nuestros líderes, en la práctica